En 1811, el joven comerciante escocés John Parish Robertson llegó a Paraguay en busca de oportunidades de negocio. Sus experiencias fueron plasmadas en una serie de cartas, publicadas en Londres en 1839 bajo el título "Las Cartas del Paraguay".

Una anécdota notable describe su viaje desde Corrientes a Pilar, acompañado por un joven paraguayo llamado Gómez.

Robertson relata cómo, al cruzar el río Tebicuary, se encontró con un rancho con una estructura elevada hecha de palmeras y postes, destinada a protegerse de los mosquitos.

Después de cenar, la familia del hospedador recibió bendiciones del padre y la madre antes de subir a la citada estructura para dormir. Agradecido por la ausencia de mosquitos a esa altura, Robertson describe la noche tranquila que pasó allí junto con la familia y otros peones.

Al día siguiente, tras un desayuno rápido de mate, leche y un cigarro, Robertson continuó su viaje hacia Asunción, destacando la hospitalidad y sencillez de los habitantes paraguayos, especialmente del hospedador Leonardo Vera.

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