#iwantthisbooster

¡Soy venezolano! Esta simple frase afirma, confirma y enaltece un gentilicio del cual me siento orgulloso.
Aunque mis rasgos predominantes son denotadamente afrodescendientes,
por mis venas corre sangre española,
gracias a los ascendentes de la línea materna.

Mi pedacito de cielo en la tierra es una mezcla interesante de muchas culturas que se enriquecen entre ellas, y es que aquí las puertas se abrieron a los inmigrantes porque era necesario para hacer país.

Los barcos con judíos, españoles, alemanes, ingleses, daneses, franceses llegaron a nuestros puertos pero no lograron "europeizar" este suelo, por el contrario, el gobierno venezolano se encargó de "venezolanizar" al inmigrante estimulando las colonias mixtas.

En 1938 el presidente de la república, General Eleazar López Contreras, crea el Instituto Técnico de Inmigración y Colonización; en 1945 el presidente Rómulo Betancourt lo sustituye con el Instituto Venezolano para la Inmigración y desde ese momento esto se convirtió en su segunda patria o la oportunidad de comenzar de nuevo tras vivir los horrores de la guerra.

Deseo hacer un aparte para quienes, de manera despectiva, se refieren a los venezolanos desafiando sus saberes sobre productos tan básicos como un queso gouda. Solo quiero hacerle saber que nuestro intercambio con los holandeses comenzó por allá por el año 1542 cuando explotaron nuestras minas de sal hasta cerca de 1623. Para luego retomarse con mayor fuerza con los territorios de ultramar como Aruba, Curazao y Bonaire en un importante intercambio comercial y con nuestro potencial petrolero llevando una refinería a esos territorios. Aclarado el punto, prefiero seguir adelante.

Gracias a unos “paisanos” checos, pudimos tener una fábrica de pinturas. Todos le compramos al “turco”, comimos “chino”, le pusimos plátano a la pizza del “italiano” y a todo catirito le decimos “musiú” y hasta "pitiyanqui".

Con todos compartimos en algún momento de nuestras vidas y los hicimos sentir venezolanos. Aquí echaron raíces y sembraron cultura y valores. Qué sabroso es sentir que esta Tierra de Gracia es un crisol de culturas donde el color de la piel no define nuestra genética.

No soy lingüista, mucho menos un historiador -eso es algo muy serio-, soy simplemente un curioso que por gusto aprendió a leer y por pasión a escribir, pero soy venezolano, ese del tricolor con sus estrellas, amante de una buena arepa y de la belleza de nuestros paisajes.

Si eres parte de este multiverso de nacionalidades y de anécdotas de venezolanos con raíces de… te espero para que compartas tu historia y demostremos que los de aquí podemos tener distinto color de piel o rasgos faciales pero el amor lo brindamos entre panas y en familia, ¿o no?

Venezuela, un crisol multiétnico.


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