El ajolote, a menudo llamado el «pez caminante mexicano», es más que una fascinante criatura acuática. Tiene raíces profundas en la mitología azteca y las tradiciones espirituales. Este extraordinario anfibio, capaz de regenerar sus extremidades y permanecer en estado larvario durante toda su vida, era venerado por los antiguos aztecas y está íntimamente ligado al dios Xólotl. Comprender la importancia mítica y espiritual del ajolote nos permite comprender cómo los aztecas veían la vida, la muerte y la transformación.

El papel del xolotl en la creencia azteca

En la mitología azteca, Xolotl era una figura central que representaba la muerte, la transformación y el más allá. Era el hermano gemelo de Quetzalcoatl, el dios serpiente emplumado de la creación, el conocimiento y la vida. Mientras que Quetzalcóatl era visto como un dador de vida, Xólotl estaba más relacionado con los aspectos más oscuros de la existencia, como la deformidad, la muerte y el inframundo. Esta dualidad en sus roles reflejaba la visión del mundo de los aztecas como un equilibrio entre la vida y la muerte.

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